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Nuestra salida hoy es a Gestalgar, población ubicada en el Camp del Turia. Como siempre que el kilometraje de la ruta es largo quedamos a las 6:30h para disgusto de algunos compañeros.
Cuando llegamos a Gestalgar lo primero que hicimos fue mirar al cielo para valorar el tiempo que podríamos "padecer" y nos encontramos con un completo arco iris que enmarcaba, de izquierda a derecha, el cañón del Turia.
La mañana no presagiaba mal tiempo, así que iniciamos la ruta desde la fuente de los Chorros.
Ya desde el principio pudimos degustar los frutos del campo con las granadas que encontramos flanqueando el camino.
La ruta se realiza en el sentido de las agujas del reloj. Una pista que abandona el río, se remonta entre campos de olivos y algarrobos, donde un mastín atronaba con sus ladridos huecos la marcha, hasta la pista asfaltada de Gabaldón.
Seguimos la pista un par de kilómetros hasta el Mas de Crespín, y ahí sí que nos sumergimos en la delicia del campo en esta época otoñal, caminando entre jarales, romerales y otras especies de monte bajo que lucen los mejores verdes debido a las abundantes lluvias de la estación.La morquera (ajedrea) aparecía aquí y allá por todo el camino. También pudimos comprobar los estragos de las últimas lluvias en los campos de labor, principalmente olivos donde la fuerza erosiva del agua quedaba patente.
La senda, en suave ascenso, nos iba conduciendo hacia el salto de agua del Barranco del Barco que dejamos a nuestra derecha para vadear el barranco un poco más arriba
y enfilar la ascensión más severa de la caminata, una pedrera corta pero exigente como lo son todas.
Ya las tripas y la falta de fuerzas, nos reclamaban la oportunidad de comer algo cuando aún nos faltaban muchos metros de ascensión, pero no tardamos en alcanzar un plano con las ruinas de un abrigo de piedra donde pudimos disfrutar del acostumbrado y "frugal" almuerzo, como solemos hacer en estos eventos.
Serian alrededor de las once cuando reemprendimos la marcha completando el ascenso hasta el collado de Pera.
Con un giro a la derecha, y tras recorrer un buen trecho en llano alcanzamos la finca del Talaralto que mantiene un cultivo de cerezos. Desde ahí la ruta toma el camino de retorno y en ligera pendiente, que mas tarde se acentúa, enfilamos la vuelta a Gestalgar con una espectacular vista del valle del Turia, cañón incluido, así como los pueblos que emergían entre las líneas de las montañas como náufragos: Sot de Chera, Chulilla, La Ermita, y más en la lejanía Villar y Losa del Obispo.
Ya los "galgos" de la caminata habían cobrado suficiente ventaja para que nuestra inquietud no fuera la de dejarnos "embobar" por lo que se nos mostraba ante la vista. Lástima que por un anterior y devastador incendio, el valle del Turia se encuentre todavía en incipiente recuperación.
Pero el día estaba bonito. Ni frío ni calor, buena luz para las fotos y unas sendas y vistas espectaculares. Ya solo nos faltaba María, y apareció en forma de peña; último hito significativo del día.
Desde Peña María, las vistas de la antigua fábrica de luz junto al río y el último selfy merecen la subida al risco.
Cabe decir que en el descenso nos dejamos por visitar la fuente del Morenillo que queda pendiente para próximas excursiones.
Una senda que discurre por la margen derecha, junto a una acequia, nos acercó finalmente al pueblo.
Cuando llegamos a Gestalgar lo primero que hicimos fue mirar al cielo para valorar el tiempo que podríamos "padecer" y nos encontramos con un completo arco iris que enmarcaba, de izquierda a derecha, el cañón del Turia.
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La mañana no presagiaba mal tiempo, así que iniciamos la ruta desde la fuente de los Chorros.
Ya desde el principio pudimos degustar los frutos del campo con las granadas que encontramos flanqueando el camino.
La ruta se realiza en el sentido de las agujas del reloj. Una pista que abandona el río, se remonta entre campos de olivos y algarrobos, donde un mastín atronaba con sus ladridos huecos la marcha, hasta la pista asfaltada de Gabaldón.
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Seguimos la pista un par de kilómetros hasta el Mas de Crespín, y ahí sí que nos sumergimos en la delicia del campo en esta época otoñal, caminando entre jarales, romerales y otras especies de monte bajo que lucen los mejores verdes debido a las abundantes lluvias de la estación.La morquera (ajedrea) aparecía aquí y allá por todo el camino. También pudimos comprobar los estragos de las últimas lluvias en los campos de labor, principalmente olivos donde la fuerza erosiva del agua quedaba patente.
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La senda, en suave ascenso, nos iba conduciendo hacia el salto de agua del Barranco del Barco que dejamos a nuestra derecha para vadear el barranco un poco más arriba
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y enfilar la ascensión más severa de la caminata, una pedrera corta pero exigente como lo son todas.
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Ya las tripas y la falta de fuerzas, nos reclamaban la oportunidad de comer algo cuando aún nos faltaban muchos metros de ascensión, pero no tardamos en alcanzar un plano con las ruinas de un abrigo de piedra donde pudimos disfrutar del acostumbrado y "frugal" almuerzo, como solemos hacer en estos eventos.
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Serian alrededor de las once cuando reemprendimos la marcha completando el ascenso hasta el collado de Pera.
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Con un giro a la derecha, y tras recorrer un buen trecho en llano alcanzamos la finca del Talaralto que mantiene un cultivo de cerezos. Desde ahí la ruta toma el camino de retorno y en ligera pendiente, que mas tarde se acentúa, enfilamos la vuelta a Gestalgar con una espectacular vista del valle del Turia, cañón incluido, así como los pueblos que emergían entre las líneas de las montañas como náufragos: Sot de Chera, Chulilla, La Ermita, y más en la lejanía Villar y Losa del Obispo.
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Ya los "galgos" de la caminata habían cobrado suficiente ventaja para que nuestra inquietud no fuera la de dejarnos "embobar" por lo que se nos mostraba ante la vista. Lástima que por un anterior y devastador incendio, el valle del Turia se encuentre todavía en incipiente recuperación.
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Pero el día estaba bonito. Ni frío ni calor, buena luz para las fotos y unas sendas y vistas espectaculares. Ya solo nos faltaba María, y apareció en forma de peña; último hito significativo del día.
Desde Peña María, las vistas de la antigua fábrica de luz junto al río y el último selfy merecen la subida al risco.
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Cabe decir que en el descenso nos dejamos por visitar la fuente del Morenillo que queda pendiente para próximas excursiones.
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Una senda que discurre por la margen derecha, junto a una acequia, nos acercó finalmente al pueblo.
