Hoy repetimos ruta para subir al emblemático Pico de Espadán al que ya subimos el 19 de Noviembre de 2013, fecha en la que, según hemos podido comprobar por las fotos que se hicieron ese día, nos acompañaban compañeros que ahora no lo hacen por motivos que escapan a su voluntad. En esa ocasión entre los 19 integrantes que éramos, nos acompañaban Cristina y Manolo. Les mandamos desde aquí un saludo y la aseveración de que siempre nos acompañan en nuestras salidas.
La salida se inició temprano como es costumbre, tanto que aún reinaban las últimas sombras de la noche, lo que nos permitió avistar la luna en menguante antes de descender desde la carretera a la rambla del Almarche, donde junto a la fuente hicimos la foto de inicio.
Concluido el trámite fotográfico, y un poco de "rebombori" que siempre se forma a la salida como si fuésemos borregos en la puerta del aprisco, arrancamos monte arriba por la pendiente que sale de la rambla en dirección este.
La mañana, aunque fría era soleada y el inmediato esfuerzo que exigía la ascensión nos templaba el ánimo y el cuerpo. Esta vez no paramos en la cueva del Estuco como lo hicimos en la anterior caminata en la que nos sumergimos en las entrañas de la misma para ponerle un poco de aliciente a la jornada.
Si tuvimos que moderar el ánimo y las fuerzas porque la ascensión era constante y prolongada.....
... hasta que pudimos ver entre las copas de los pinos de la ladera opuesta, la silueta veteada de añil y cobre del Penyagolosa, y a sus pies, tendido como un lienzo blanco, el pueblo de Villahermosa del Río. Más a la izquierda asomaban las cimas nevadas de la Sierra de Gudar, mientras a la derecha la vista llegaba a divisar el Bartolo. Hacia la cara oeste, la sierra de Javalambre aparecía con una cubierta de nieve más extensa de lo normal. En el sur, una deshilachada masa de nubes ascendía del Valle del Palancia.
... hasta que pudimos ver entre las copas de los pinos de la ladera opuesta, la silueta veteada de añil y cobre del Penyagolosa, y a sus pies, tendido como un lienzo blanco, el pueblo de Villahermosa del Río. Más a la izquierda asomaban las cimas nevadas de la Sierra de Gudar, mientras a la derecha la vista llegaba a divisar el Bartolo. Hacia la cara oeste, la sierra de Javalambre aparecía con una cubierta de nieve más extensa de lo normal. En el sur, una deshilachada masa de nubes ascendía del Valle del Palancia.
Ya estaba la cresta coronada pero había que rematar el trabajo recorriendo el perfil de la sierra para llegar, después de alcanzar varios puntos elevados, al propósito del día que era el Pico Espadán, emblemático de la sierra del mismo nombre.
Allí nos aposentamos, arracimados como percebes en las rocas por el escaso espacio para dejar caer nuestras posaderas, y nos tomamos el acostumbrado almuerzo de lo que quedó testimonio por las distintas instantáneas que se tomaron. Nadie se privó ni de los sólidos ni de los líquidos, menos la compañera Ana, debutante este día, que probó de todo lo que le ofrecieron sin desdeñar ni trago ni bocado.
Las nubes del Palancia fueron cubriendo todo el paisaje y la mañana se heló por momentos y la temperatura cayó como el filo de un cristal. Así que echamos montaña abajo sin más demora que la que exige el cuidado en el descenso, hasta que nos adentramos en el Barranco de Agua Negra, haciendo una parada en la fuente donde nos tomamos la última agua de la mañana.
Según como se refleje la luz, el Barranco de Agua Negra se parece al Río Tinto de la Sierra de Aracena. Es una comparación licenciosa pero sirve para reflejar la belleza y particularidad del paraje. Por él transitamos los últimos pasos del camino junto al curso del agua que en tramos desaparece y vuelve a emerger, coloreando el cauce de verdes y de cobrizos reflejos del agua.
En una revuelta se sale del barranco para ascender al primer colladito que superamos en la ida, saliendo de la Fuente del Almarche; y ya solo nos quedó agruparnos en ella para salir a la carretera donde nos esperaban los coches.
En una revuelta se sale del barranco para ascender al primer colladito que superamos en la ida, saliendo de la Fuente del Almarche; y ya solo nos quedó agruparnos en ella para salir a la carretera donde nos esperaban los coches.
Estupenda caminata la de hoy. Precisa en cuanto a distancia y dificultad y atractiva por el paisaje y las vistas. El madrugón se da por bueno, y el frío se asume con estoicismo montañero.