martes, 4 de octubre de 2016

Porta Coeli - Cerro de la Mata - Rebalsadors

= 82


El vehículo se deslizaba lentamente por el oscuro túnel de pinos con Inma al volante. Los demás palpábamos la madrugada con los ojos tratando de orientarnos, hasta que al fondo del túnel apareció la linterna de Agulló indicándonos la entrada al aparcamiento. ¡ Llegábamos a la explanada de Porta Coeli !.

Ya alboreaba por levante, cuando iniciamos la marcha, pero la oscuridad nos obligaba a lucir los frontales para ver por donde se pisaba. Todavía en la pista de la Canyada Fría desistimos de hacer la foto de inicio por falta de luz, aunque fresco si hacía. Con el esfuerzo de los primeros kilómetros nos fuimos despojando del poco abrigo que llevábamos, y ya, luciendo pecho y con la luz suficiente, posamos lozanos, como muestra la foto de inicio que nos hicimos transitando la pista que bordea el Barranco de Rubio.



De ahí hasta el mirador que hay bastante más arriba, con la mejor vista de la Cartuja, cada cual se encomienda a sus propias fuerzas porque la distancia es larga y el camino ancho para recorrerla. No recomiendo en estos trances arrimarse a ciertos elementos que tienen zancos por piernas y los emplean sin misericordia para con los demás, y el iluso que caiga en la trampa puede verse con el "cor en la gola" si no desiste a tiempo del envite. Que las salas de cardiología no necesitan más internos que los imprescindibles.

Pero ya la mañana era plácida, el sol arriba, el monte matinalmente verde en esa hora y el aire fresco para caminar sin agobios cuando llegamos a la parte alta del barranco de la Font del Marge. En el desvío al Corral de la Rosa paramos un buen rato para agruparnos porque el pelotón se había roto en varias unidades, como en los mejores tiempos de Indurain.


Y así, apretaditos tomamos la sendita que más adelante asciende por un pelado que el agua ha ido descarnando, empinado y sangrante como un viernes de pasión.

Cuando coronamos los primeros, los últimos que ya se habían rezagado otra vez por obra y gracia de los zancudos, y cuando nos deslizamos por el túnel de cepillado, que es el camino en la bajada, alguno llegó al Corral antes que los que venían por detrás alcanzaran el alto de la senda.


Fácil que lleváramos unos ocho o nueve kilómetros y más de trescientos metros de desnivel sin que ningún compañero/a mostrara el más leve signo de cansancio, menos aún la compañera Inma que al llegar al Cerro de la Mata comentó que "..... bueno ahora que ya hemos calentado, espero que la etapa valga la pena". ¡¡ Tan fresca, ella !!.

Hasta llegar a la torre de vigilancia hay que "comerse" un tramo hormigonado, duro y áspero como el turrón de Jijona, pero al llegar arriba se siente la satisfacción del trabajo casi acabado, y la boca se inunda de saliva saboreando el almuerzo. De lo que se come y se bebe, para que entrar en detalles: resumamos que bastante, y que así.


Una vez repuestas las fuerzas, hay que seguir que el oso no está desollado todavía. Nos comemos el turrón otra vez, aunque ahora está mas blando: es de bajada y seguimos hacia la derecha por una variante del GR-10 que nos llevará a la senda que sube al mirador de Rebalsadors que será la cota más alta del día.




Poca atención le prestamos al hecho de llegar a donde otras veces hemos arribado como Ulises a Ítaca. Esta vez pasamos como alma que lleva el diablo porque ya más de uno rumiaba echarse unas cervezas al gaznate.



Y no me equivoco, pues quién no encontró agua, halló vino ...... en la mochila para rematar el poco trecho que nos quedaba desde el Barranco de la Foia a la explanada de Porta Coeli.

Los dos o tres últimos kilómetros, ya con los ánimos relajados, es un dejarse ir pensando que un día más hemos cumplido nuestro propósito de ser jóvenes en una carcasa que ya no lo es tanto.